Oración Maya Kaqchikel en el Encuentro de Maestros
El lunes nos acompañaron los sacerdotes Raúl Lugo y Atilano Ceballos Loeza. Comenzamos el día de manera orante y desde las raíces mayas nos abrimos al Dios presente en la Creación y nuestros Hermanos. Fue un momento de mucha profundidad y fraternidad, un regalo compartir juntos esta celebración. Luego de reflexionar, orar y reverenciar hacia cada punto cardinal, los animadores nos invitaron a sembrar una vela dentro de uno de los cuatro recipientes de agua que marcan cada rumbo en el altar; aquel rumbo al que se inclinara nuestro corazón, que sintonizara más con la experiencia que estábamos viviendo en ese momento.
Transcribimos la guía para poder adaptarla y vivir esta experiencia en nuestras comunidades.
Oración Kaqchikel
Todos se reúnen en un círculo, pueden estar de pie o sentados. En los cuatro puntos cardinales y en el centro se coloca una mesa que será el altar.
* Antes de iniciar la oración, se explica por qué el altar es como es, de qué manera está el universo todo representado en el altar: plantas, animales y la humanidad entera. Todo es un canto de acción de gracias universal a Aquél, Aquélla, que es el Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra.
* En cada uno de los cuatro rumbos (Lajk’in, Chik’in, Xaman y Nojol) hay un recipiente con agua. El altar representa el cruce de la realidad divina y la humana, del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra.
* De oriente a occidente va el camino de Dios.
* Del norte al sur va el camino del ser humano.
* En el centro, las dos realidades se encuentran, se entrecruzan, conviven. El altar es un ícono de nuestra relación con Dios.
Terminada la introducción nos colocamos todos/as en torno al altar.
CELEBRANTE: Nos hemos reunido esta mañana para orar juntos. Venimos del norte y del sur, del este y del oeste, unidos como familia Jesús-María alrededor de este altar, redondo como el planeta; equilibrado, como el universo mismo.
Hoy es el día propicio; día para sentir, percibir y contemplar la energía y la fuerza vital de la Madre Tierra. Es el día para interiorizar la fuerza de la sabiduría, de la astucia en el trato con los demás y con la naturaleza toda.
Juntos iremos construyendo este altar… pondremos flores, frutas, plantas medicinales, plantas comestibles, productos cultivados en cada una de las regiones de quienes estamos participando en esta oración maya Kaqchikel.
COLEGIO AVELINO.
UN(A) LECTOR(A) DEL COLEGIO AVELINO. Comenzamos mirando hacia el oriente. Encendemos la vela de color ROJO, color del nacimiento de la vida. Mirando todos/as hacia donde sale el sol, contemplamos la naturaleza toda como una obra de vida, como brotes de esperanza. Todos los días la naturaleza nace. Todos los días tenemos nuevos retoños.
MONITOR: Una persona del Colegio Avelino, enciende la vela roja que mira al oriente. Coloca algunas plantas medicinales como ofrenda y dirige una oración de acción de gracias.
ORACIÓN:
Por los cuatro colegios de Jesús-María; por sus muchos brotes, por la dispersión de su semilla en los rumbos de Yucatán y del Distrito federal; pero sobre todo por los que formamos la comunidad educativa de cada colegio: religiosas, maestros, alumnas y alumnos, trabajadores, padres de familia, exalumnas y exalumnos, etc., para que sigamos sembrando la semilla de una educación para la vida, como Claudina nos enseñó: con un corazón de madres y padres. Haz brotar de nosotros el anhelo incontenible de comulgar con la vida que se entrega y no acaba, danos el coraje de defenderla en donde quiera que se vea amenazada, aún a costa de nuestra propia vida.
MONITOR: Hacemos todos/as una reverencia profunda hacia el oriente para agradecer la vida que nace.
COLEGIO CLAUDINA THÉVENET.
UN(A) LECTOR(A) DEL COLEGIO CLAUDINA. Ahora encendemos la vela MORADA y nos volvemos todos hacia el poniente, lugar donde cae el sol, donde Dios descansa. En silencio hacemos memoria de nuestros momentos de dificultad, de incertidumbre, de muerte, de lucha, los momentos difíciles que nos han ayudado a mejorar y a ir cambiando nuestro ritmo y nuestro estilo de vida. Para vivir se necesita morir. Tomemos conciencia de los pasos destructivos que hemos dado contra toda forma de vida, y las veces que hemos sido indiferentes cuando ésta era destruida.
MONITOR: Una persona del Colegio Claudina enciende la vela negra que mira hacia el poniente. Coloca las semillas que guardan la vida, pero que solamente la entregarán cuando mueran debajo de la tierra. Dirige una oración para agradecer las dificultades por las que se ha pasado.
ORACIÓN.
Te damos gracias, Dios de la vida, por las incomprensiones y los tropiezos que nos han hecho crecer. Nuestra oración tiene aire de esperanza porque las dificultades nos confirman en este camino, nos hacen sentir que no andamos tan perdidos, que nuestro rumbo es cierto. Ayúdanos a dar gratis lo que gratuitamente hemos recibido, danos la oportunidad de reparar el mal que hemos causado para recrear nuestra vida, restaurar nuestra energía y volver a ser amigos tuyos.
MONITOR: Hacemos todos/as un profunda reverencia hacia el poniente, para agradecer los obstáculos que nos han hecho madurar.
COLEGIO MÉRIDA.
UN(A) LECTOR(A) DEL COLEGIO MÉRIDA. Nos volteamos todos/as hacia el norte, lugar que nos recuerda nuestros orígenes, nuestras raíces, las abuelas y abuelos que nos han precedido y a quienes les debemos rumbo. Ahora encendemos la vela BLANCA y mientras la elevamos, oramos.
Hacemos memoria agradecida por todos los dones recibidos de la cultura en la que hemos nacido, de la herencia sagrada que nos han transmitido. Recordamos las generaciones que nos anteceden y que han cuidado amorosamente nuestra comunidad, nuestra milpa, nuestras montañas, nuestros bosques y nuestros manantiales y cenotes.
MONITOR: Una persona del Colegio Mérida enciende la vela blanca y coloca una ofrenda de frutas que comparten con nosotros su olor, su color y su sabor. Dirige una oración de agradecimiento.
ORACIÓN.
Por las abuelas y los abuelos con quienes estamos en impagable deuda. Por las primeras Religiosas que llegaron a nuestro país, trayendo la luz del carisma de Jesús-María. Gracias por el trabajo incansable de l@s primer@s fundador@s de nuestros colegios, primeras religiosas, alumnos, primeros maestros, padres de familia, etc.
Que su testimonio sigue animándonos; sea el de quienes aún viven o sea de quienes, ya muertos, guardamos en nuestra memoria.
MONITOR: Hacemos una reverencia profunda hacia el norte, lugar de nuestros ancestros; desgranamos en el silencio de nuestro corazón esa lista de nombres de quienes nos han precedido y damos gracias por la vida entregada en nuestra Provincia de México-Cuba.
COLEGIO REGINA.
UN(A) LECTOR(A) DEL COLEGIO REGINA. Ahora encendemos la vela AMARILLA. Nos volteamos todos/as hacia el sur, lugar que nos refiere a los retoños, a las niñas y niños, a las y los jóvenes de nuestras comunidades, aquellos a quienes debemos una herencia de vida digna, de alimento sano, de vida armónica y feliz.
Mirando al sur recorremos con la mente a las nuevas generaciones de nuestros pueblos, en cuyos corazones tenemos que sembrar la búsqueda de alternativas, a quienes les debemos eso que ahora llaman “justicia intergeneracional”, es decir, justicia para las generaciones venideras que también tienen derecho a disfrutar de este planeta cuando los que ahora rezamos ya no estemos en él.
MONITOR: Una persona del Colegio Regina enciende la vela de color amarillo y coloca una ofrenda de coloridas flores. Su aroma se extiende por todo el recinto y sus colores llenan de vivacidad el altar. Son la promesa del fruto futuro. Hacemos una oración por los que vienen.
ORACIÓN.
Utopía de todos los pueblos. Solidaridad universal. Tú que sacudes a los cobardes, despiertas a los resignados y sublevas a los pobres. Ayúdanos a crear contigo un mundo sin dueños, ni señores, ni siervos ni oprimidos. Un mundo de libertad y de dignidad, de mujeres nuevas y de hombres nuevos, ayúdanos a sembrar la semilla de un futuro justo y digno para todos.
Por nuestros niños y niñas, por nuestros/as adolescentes y jóvenes. Nos comprometemos en el silencio de nuestro corazón a no defraudarlos, a dejarles cimientos firmes frente a un mundo que se desmorona.
MONITOR: Hacemos una profunda reverencia hacia el sur, lugar de los retoños, con la plena confianza de que Claudina siempre nos guía y acompaña en la educación de la juventud.
Ahora todos nos colocamos mirando hacia el centro del altar, en el cruce de lo humano y lo divino, de Dios Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra.
En el centro cósmico está la vida, la vida del hombre y de la mujer, de los antepasados y de los seres vivientes actuales, el verde representa la abundancia de las cosechas y el azul representa el cosmos la plenitud de la vida.
RELIGIOSAS.
UNA RELIGIOSA.
La mirada hacia adentro nos devuelve la conciencia hacia nosotros mismos, y la mirada hacia los hermanos nos enciende en amor y solidaridad; ahora sabemos que no estamos solos, somos muchos y vamos caminando.
Ayúdanos a seguir trabajando juntos, laicos y religiosas, en esta tarea de la educación porque como decía Claudina: “Cuando se va solo en un largo y fatigoso viaje, uno se cansa pronto y para sostenerse no se encuentran más que recursos comunes y ordinarios; pero al contrario cuando son varios los que van juntos se va con seguridad y ánimo, se prestan nuevos apoyos” (Pos. Doc IV p.54).
MONITOR: En este momento una religiosa coloca en el centro del altar, como ofrenda, una jícara del agua que da vida; después enciende la vela VERDE y da gracias a nuestro Dios Padre y Madre.
ORACIÓN.
Gracias por tu presencia, por tu aliento que sentimos en el viento que nos roza, por tu voz que oímos en el murmullo de las hojas y en el canto de los pájaros, por tu caricia que experimentamos en la lluvia que moja nuestros campos.
Gracias por nuestra espiritualidad y carisma, por este gran regalo que se nos fue dado en Claudina.
MONITOR: Ahora, una Religiosa coloca en el centro del altar la ofrenda del incienso y enciende la vela AZUL. Dirige una oración para agradecer por la tierra.
ORACIÓN.
La tierra es acariciada por nuestros pies. Danos, Señor, la gracia de no perder nunca el piso, la dirección y el rumbo. Que permanezcamos siempre fieles al carisma de nuestra congregación y que juntos sigamos construyendo tu reino en esta tierra.
Perdónanos por lo que hemos hecho con la Madre Naturaleza y ayúdanos como hijas e hijos de Claudina, a trabajar por la educación de los jóvenes y a sanar las heridas de los que más sufren, a través de la bondad y el perdón.
MONITOR: En este momento, todos agradecemos a Dios, Corazón de la Tierra. Hacemos todos/as una reverencia profunda hacia el centro del altar, y mientras oramos: Comunidad total. Tú que eres el antes y el después, el más allá y el más acá de la muerte, estréchanos en la fraternidad hasta que nos sintamos en la misma barca con todos los seres, en la misma aventura, en la misma casa; en esta gran familia Jesús-María, que traspasa toda frontera.
CELEBRANTE: Para terminar nuestro momento de oración comunitaria, los invitamos a tomar todos una vela y sembrarla dentro de uno de los cuatro recipientes de agua que marcan cada rumbo en el altar; aquel rumbo al que se incline nuestro corazón, que sintonice más con la experiencia que estamos viviendo ahora.
(Se reparten las velitas y cada uno, cada una, siembran su vela y se arrodillan para besar el altar).
CELEBRANTE: De rodillas ante el altar rehacemos nuestro compromiso, renovamos nuestra entrega.
Los invitamos a hacer una última reverencia saludando a Dios y a reverenciarnos unos a otros inclinándonos frente al que está a nuestro lado derecho y a nuestro lado izquierdo.
Para terminar nuestra oración, como símbolo de nuestro compromiso en la construcción del reino de Dios por medio de la educación, le damos un abrazo a las personas que están a nuestro lado.
Mientras se dan los abrazos, cantamos: De la mano con Claudina.
El Celebrante, puede terminar con una bendición.
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